6/24/2014

INSOSTENIBILIDAD ECONÓMICA DEL SISTEMA SANITARIO PÚBLICO

LA  INSOSTENIBILIDAD ECONÓMICA DEL SISTEMA SANITARIO PÚBLICO

“Con mucha más frecuencia la medicina se impone al individuo enfermo, o no, como acto de autoridad” (Focault)

"El control de la sociedad sobre los individuos no se opera simplemente por la conciencia o por la ideología sino que se ejerce en el cuerpo, con el cuerpo. Para la sociedad capitalista lo importante era lo biológico, lo somático, lo corporal antes que nada. El cuerpo es una realidad biopolítica: la medicina es una estrategia biopolítica."


El Estado o Sistema está obligado a absorber un monstruoso y caótico aumento de la demanda de salud, a base da gastar billones de pesetas que proceden de los contribuyentes, sin ser capaz de aumentar proporcionalmente la eficacia ni mejorar los parámetros de salud. Parece que solo se limita a ver como se infla la bola del gasto hasta límites insospechados, sin saber como se puede reducir el dispendio.

Gran parte de la población es dependiente de la medicina en su vida cotidiana y previsiones individuales.

El excesivo empleo de diagnóstico tecnológico hace olvidar al médico, la realidad humana del enfermo.

El enfermo es cronificado (“personas crónicas” les ha llamado recientemente la doctora Montero, consejera de la cosa) por el sistema sanitario y por lo mismo, se convierte en un “coste”, o sea, en un ente material que gasta. La vejación del enfermo en su dignidad ha llegado al máximo...Una vez que el enfermo es un “ente que gasta” y es cronificado, se le aparca ya como un número en la llamada “Historia de salud digital”(antiguamente llamada Historia Clínica) como un irrecuperable generador constante de gastos o de “costes”.El enfermo, que es quien sufre, es un “ente financiero”.El “equipo de implicados” se encargará en adelante de mantenerlo cronificado, como “persona crónica” como pluripatólogico o polimedicado o dentro de un “proceso” irreversible hasta la muerte, pero esto sí obligando al médico a gastar lo mínimo en él.

Cuando estos enfermos crónicos que solo suponen el 5% del total generan el 50% del gasto sanitario por una mala gestión de sus enfermedades, por una “atención descontrolada o poco reglada”, el enfermo, que no deja de ser una persona que sufre, que padece, que tiene alma, es convertido o conceptuado por el sistema como un “ente material que gasta” objeto de la más baja especulación económica: y que por tanto ¿sobra?
Adquirir un cuerpo sano o perfecto denota un afán de consumismo y tecnologías nuevas, potentes medios de diagnóstico y tratamiento que contribuyen sino a enfermar, si a hacerle dependiente de la medicina hasta la muerte.

Se piensa y se difunde que se puede curar hasta lo incurable, en lugar de ir generando una cultura sanitaria serena y madura preocupada por prevenir la enfermedad y mantener responsablemente la propia salud “dispuesta a evitar enfermedades curables y la muerte prematura, pero también a cuidar de los que no pueden curarse y preparada para velar por una muerte en paz”

Ha sido un peligro para los enfermos y un gran perjuicio para los contribuyentes, esta medicina colectivista llamada al fracaso como fracasaron otros sectores económicos en los países del Este.

Se emplea mucha farmacología inútil no menos innecesaria, como poco indicada. Se emplea mucha medicación por causa de ejercerse una medicina superficial, regida por la prisa o por la desidia. Hay que tener en cuenta la poca o nula correspondiente relación científica entre muchos o la mayoría de los fármacos que se emplean en las consultas y el proceso patológico que tiene el paciente. Los antibióticos, valgan como ejemplo de otros muchos disparates médicos, en el ochenta o noventa por ciento de los casos no están científicamente indicados para una enfermedad bacteriana demostrada y sin embargo se prescriben alegremente y muchas veces en automedicación, que luego se intenta “pasar” por la Seguridad Social.

Son empleados los antibióticos y antibacterianos en procesos febriles o febrículas de origen vírico o indeterminado, en faringitis leves, en resfriados comunes, en dosis insuficientes y en un tiempo irracional. Se emplean para procesos banales que no debían de ocupar las consultas de atención primaria. Se toma al día en España más de una tonelada de antibióticos a cargo de la Seguridad Social que cuestan millones de euros diarios (supera en mucho, todos los sueldos de todos los médicos de España en un día). “La cobertura bacilar y vírica, que constituye un riesgo pero al mismo tiempo una protección para el organismo, con la que funcionó hasta entonces, sufre una alteración por la intervención terapéutica y queda sujeta a ataques contra los que el organismo estaba protegido”(Focault).

Pero esto no solo ocurre con los antibióticos. En los servicios de urgencias de primaria a donde el médico, generalmente, también ante procesos banales que sospechan infección, siempre y salvo raras excepciones, suelta del botiquín de urgencia, un antibiótico junto al analgésico-antitérmico de turno .Son dos o tres cápsulas o sobres, de ese antibiótico que más resistencias ha creado. El médico actúa sin saber el origen vírico o bacteriano o de otro tipo, que tiene el proceso febril o la simple inflamación.

Se derrochan grandes cantidades de capital en estos “servicios de salud” donde “producción y consumo” son inseparables.

Mucho más rentable sería la “metódica consideración del diagnóstico y tratamiento del enfermo conforme a su condición de persona y no solo donde el punto de vista de su reducción a mero organismo”(Laín Entralgo).

El enfermo es considerado por la medicina pública española, como un mero “cliente”(antes paciente: del griego patior : sufrimiento) afecto de un “problema de salud”(antes enfermedad) que hay que resolver en una “entrevista”(antes consulta) en la que la mayoría de las veces se olvida aplicar el arte médico y el humanismo en el trato o una correcta y pausada anamnesis y exploración física detallada.

Para curar nada, gastar mucho en “resolución de problemas banales” que por recelo (medicina defensiva) genera gastos enormes como ocurre en Estados Unidos. Por desmotivación, o por ignorancia filosófica de los principios hipocráticos, se tratan éstos problemas banales como casos trascendentes. Esta multitud de problemas banales generados por una demanda desmedida de bienestar que no de salud, estos problemas banales surgidos de la gran ausencia de educación sanitaria, masifican las consultas de atención primaria y las urgencias hospitalarias: cuando en éstas (en especial en la primaria) debía primarse la verdadera semiología (manifestaciones objetivas de un estado patológico fácilmente observable) que es el alfa y el omega de la verdadera medicina.

Hay – y esto es otro de los pensamientos en que se basa la medicina neohipocrática - una exigencia de una máxima individualización clínica llevada hasta la personalización que previene frente a una aspiración cifrada únicamente en la perfección del diagnóstico o en tratamientos meramente específicos. Hay que luchar “contra el espejismo de creer que sean solo los medios técnicos los que proporcionan por sí calidad acto médico”

Dice Marañón “Se pierde el recto rumbo de la Medicina cuando sus servidores -llámense sistemas fisiológicos o criterios morfológicos o etiológicos, o técnicas de investigación- se convierten de esclavos en tiranos” http://blogderozman.wordpress.com/2008/12/09/sostenibilidad-del-sistema-sanitario/
http://www.minutodigital.com/actualidad2/2009/11/16/ramon-forn-el-actual-sistema-sanitario-publico-espanol-es-insostenible/
http://blogderozman.wordpress.com/2008/12/09/sostenibilidad-del-sistema-sanitario/http://www.diariodeibiza.es/opinion/2009/12/23/opinion-sistema-sanitario-insostenible/381214.html

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